Cuando los nativos de América vencieron a los conquistadores españoles: Batalla de Tucapel

Era el año 1553 y Pedro de Valdivia -Gobernador de Chile que fundó las ciudades de Santiago, Concepción y Valdivia-  marchaba desde Concepción acompañado de una pequeña expedición para restablecer el orden en Tucapel, uno de los muchos fuertes que mandó a construir para proteger las minas de oro que tanta riqueza le daban.

Valdivia, descrito por sus contemporáneos como un hombre de mediana estatura, rostro alegre y que ya en sus últimos años había ganado un poco de peso, hizo su fortuna explorando las tierras al sur del virreinato del Perú, fundando ciudades y esclavizando a varios nativos que se habían opuesto a su incursión. Los esclavos eran la principal mano de obra utilizada para la extracción del oro y construcción de nuevas edificaciones.

COLECCION MUSEO HISTORICO NACIONAL
Pedro de Valdivia funda la ciudad de Santiago sobre los cimientos de un asentamiento inca. Pintura de Pedro Lira.

Arrogante porque nunca había perdido una batalla contra los indígenas, Valdivia se convenció de que los mapuche no sabían pelear ni tenían mente para la guerra planificada. Con tal mentalidad creyó que una fuerza de 50 españoles auxiliados por dos mil nativos sería suficiente para restablecer el control.

No sospechaba que en Tucapel lo esperaba un verdadero ejército comandado por el Toqui Caupolicán y organizado por un joven guerrero llamado Lautaro, un esclavo que sirvió de paje a Valdivia y que en su cautiverio se había familiarizado con las tácticas militares de los españoles. Así es como el conquistador Pedro Mariño de Lobeira describe a Lautaro en Crónicas del Reino de Chile:

«Digo, pues, que se revistió este espíritu en un indio llamado Lautaro, que era caballerizo de Valdivia y actualmente le tenía los caballos que remudaba; éste ha sido la total destrucción de Chile, éste la causa de tantas mortandades que deben de pasar de dos millones; éste la ocasión de que se hayan perdido tantas almas, así de los indios, que eran ya cristianos y murieron como bárbaros, como de los que van naciendo y se quedan en su infidelidad sin recibir el santo bautismo.»

Lautaro explicó que para derrotar a Valdivia debían saber dos principios fundamentales: en terreno desigual, como en cerros y pantanos, no puede usar la caballería de manera eficiente y tanto soldados como caballos se cansan rápidamente cuando luchan prolongadamente en los días calurosos de verano.

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Dibujo de Lautaro, con armadura occidental, al frente de su ejército en edición ilustrada de La Araucana.

Mientras tanto, Valdivia comenzó a sospechar de la extraña tranquilidad que lo acompañaba en su larga marcha. Sus hombres habían avistado nativos en los bosques y montañas, pero estos sólo observaban a la distancia y evitaban luchar. Pensando que podría estar caminando hacia una emboscada, ordenó a un soldado llamado Luis de Bobadilla que junto a otros cuatros hombres explorara lo que yacía más adelante y le diera aviso si encontraba alguna señal de peligro.

Bobadilla nunca regresó. En vez de eso, Valdivia encontró en el camino un brazo con parte de las ropas del explorador. Tal brutal provocación alarmó a un yanacona llamado Agustín, leal esclavo de Valdivia, que advirtió esto era señal de una clara trampa y que si querían preservar sus vidas lo más sensato sería volver a Concepción. El conquistador español desestimó el consejo y, envalentonado por los españoles más jóvenes que lo acompañaban, decidió que sería cobarde no avanzar.

Fue en víspera de Navidad cuando finalmente Valdivia llegó a Tucapel, pero no encontró ahí un fuerte, si no una ruina incendiada y completamente abandonada.  Sin ser amedrentado por tal imagen, ordenó a sus hombres que hicieran un campamento al lado de las ruinas, pero cuando estos comenzaron a trabajar fueron detenidos por el ruido de miles de guerreros gritando. Era Caupolicán y su ejército, que desde los cerros procedió a cargar contra los españoles y sus aliados.

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Batalla entre españoles y mapuche. Edición ilustrada de La Araucana.

Sin dejarse intimidar, Valdivia organizó a sus soldados bajo la clásica estrategia española de posicionar a la infantería para resistir la carga enemiga y utilizar la caballería para abrir paso entre las filas de los enemigos. Sin embargo, los mapuche estaban más que preparados para tal movida y con largas lanzas detuvieron la carga española. En este primer enfrentamiento los mapuche hirieron y mataron algunos soldados españoles, pero se retiraron rápidamente cuando sonó un cuerno, escapando por una loma que impedía fuesen perseguidos por los jinetes enemigos.

Valdivia creyó que había ahuyentado a los mapuche y por un momento los españoles se sintieron aliviados. La ilusión rápidamente se desvaneció cuando apareció una nueva oleada de guerreros listos para combatir. Nuevamente, Valdivia empleó la misma táctica, pero esta vez los lanceros mapuche fueron acompañados de hombres armados con mazas, boleadoras y lazos, que desmontaron a muchos de los jinetes españoles y en el suelo los mataron con golpes certeros en la cabeza.

Mientras los caballeros eran masacrados por las mazas de los nativos, la infantería española se defendía contra la carga enemiga. El combate cesó cuando al igual que en la vez anterior, el sonido de un cuerno hizo que los mapuche volvieran a escapar.

Que terrible imagen debieron haber visto los españoles cuando volvió a aparecer un escuadrón de guerreros mapuche. A diferencia de las cargas anteriores, ahora una cara familiar iba al mando. Era Lautaro, quien hizo la carga final que destruyó a las tropas de Valdivia, quien junto al resto de los sobrevivientes trató de escapar del campo de batalla. Todos los españoles murieron en el enfrentamiento, excepto Valdivia y el clérigo Bartolomé del Pozo, quienes fueron capturados después de que sus caballos se atorasen en aguas pantanosas.

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Este increíble diorama de la Galería de la Historia de Concepción retrata el momento en que Valdivia es capturado por los mapuche

Hoy en día sabemos con certeza que Valdivia y Del Pozo fueron ejecutados después del combate, pero no está claro exactamente cómo fue que se les dio muerte. Según Gerónimo de Bibar, quien escribió Crónica y relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile, esto fue lo que ocurrió:

«Y aquí fue el gobernador preso por los indios, que como llevaba el caballo malherido y de aquel día fatigado, le tomaron los indios. Y con un yacanona que allí se halló habló a los indios, y les decía que no le matasen, que bastaba el daño que habían hecho a sus españoles. […] A esta sazón llegó un mal indio que se decía Teopolicán, que era señor de la parte de aquel pueblo, y dijo a los indios que qué hacían con el apo, que por qué no le mataban que «muerto ése que manda a los españoles, fácilmente mataremos a los que quedan». Y diole con una lanza de las que dicho tengo y lo mató.»

Después de ejecutado, al cadáver de Valdivia le cortaron la cabeza y la clavaron en una lanza, que fue acompañada por los cráneos de otros guerreros españoles como trofeos de guerra. Así acabó la aventura del conquistador que fundó la capital de Chile y se dio comienzo a una sucesión de ofensivas mapuche. Contrario a lo que ocurrió con los Inca, Mayas y Aztecas, los guerreros de la araucanía nunca fueron dominados por los españoles.

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