El día de la raza, conocido también en Estados Unidos como «Columbus day», conmemora el fatídico día en que el explorador genovés Cristobal Colón entró en contacto por primera vez con la gente de América. El legado de lo que ocurriría aquel día sería hasta la actualidad objeto de grandes debates.
Actualmente existen dos principales focos de discusión respecto a la llegada de los éspañoles a América. Por una parte, se califica el actuar europeo en el nuevo continente como innecesariamente cruel e inhumano. Por otro lado, hay quienes que toda crítica del régimen español es parte de una «leyenda negra» promovida por la máquina propagandística inglesa.
Este artículo no pretende dar fin a tal debate, sino mostrar una faceta más o menos desconocida del famoso explorador Cristobal Colón, cuya figura por décadas ha sido ensalzada, omitiendo las críticas y consecuencias de su mala gestión en las islas del Caribe.
El mito de la tierra plana
Contrario a lo que muchos creen, Colón no planteó la «revolucionaria» idea de que la tierra era redonda. Este mito fue creado muchos siglos después de la muerte del genovés por autores como Washington Irving, quienes buscaban hacer ver al explorador como un hombre más intrépido e inteligente de lo que realmente era.
En realidad, desde tiempos de los antiguos griegos ya era conocida la forma de la tierra. Lo que Colón planteó fue la posibilidad de llegar a «Cipango», que era como los europeos llamaban en ese entonces a Japón, a través de una ruta alternativa que permitiría a los monarcas europeos no tener que cruzar por las rutas controladas por el islámico Imperio Otomano.

Colón aseguraba que entre las islas canarias y Japón no habría más de 2.400 millas de distancia y con esta premisa fue a Portugal a pedir el auspicio del rey Juan II. Asesorado por expertos del tema, el monarca decidió no financiar la expedición de Colón debido al evidente error de sus cálculos. El genovés tendría que viajar a otros lugares si quería que su emprendimiento consiguiese el debido apoyo.
Los reyes católicos fueron quienes años más tarde auspiciarían a Colón, quienes le dieron el título hereditario de Almirante de la Mar Océana, virrey y gobernador de todas las tierras que descubirese, además de una serie de beneficios comerciales que le garantizarían una gran parte de las riquezas descubiertas en estas nuevas tierras.
«Con cincuenta hombres los ternán todos sojuzgados»
El 12 de Octubre de 1492 Colón llegó a la isla de Guanahaní, conocida hoy en día como San Salvador, donde fue recibido con regalos y comida por los taínos nativos del lugar. La impresión que tuvo de esta gente la escribió en su diario, donde ignoró la hospitalidad con la que fue tratado y reflexionó que «con cincuenta hombres los ternán todos sojuzgados y les harán hacer todo lo que quisieren».

Equivocadamente, el genovés se convenció de que había llegado a las islas asiáticas y se había encontrado con gentes desnudas que vivían fuera de los dominios del «Gran Khan». Si bien, no presenció las grandes riquezas que imaginó yacían en Asia, le llamó la atención que algunos de los nativos vestían brazaletes y argollas de oro, por lo que secuestró a siete de ellos y los amenazó para que le mostrasen de dónde recolectaban el precioso metal con el que hacían las decoraciones.
Rápidamente se corrió la voz del actuar europeo, por lo que después del primer encuentro los grandes navíos dejaron de ser recibidos con regalos y comenzaron a ser vistos como amenazas inminentes de las que había que esconderse o estar preparados para repeler hostilmente.
La promesa de Guacanagarix
Eventualmente la expedición tuvo que detenerse cuando el navío Santa María quedó varada en la isla que hoy conocemos como La Española. El destino quiso que en aquella fértil tierra el almirante conociera al rey Guacanagarix, quien gobernaba una de las cinco regiones del lugar, y vio en los europeos una oportunidad para conseguir más poder.
Creyendo que esta sería una alianza beneficiosa, el rey taíno aseguró al explorador que en la isla abundaba el oro. Tal información motivó a que en dicho lugar Colón decidiese utilizar los restos de la nave naufragada para fundar la primera colonia en América: La Navidad.

El almirante dejó a la antigua tripulación del navío naufragado a cargo del poblamiento y zarpó con el resto de vuelta a Castilla cargando plantas, animales, objetos exóticos y esclavos. En estos últimos Colón tomó un particular interés, pues vio en la esclavitud de los nativos la oportunidad para generar un negocio que sería aún más lucrativo que la explotación del oro.
El gran negocio colombino
Los reyes católicos escucharon con mucho entusiasmo las embellecidas historias del «paraíso» que había descubierto el genovés. La ficción cautivó el interés de los monarcas españoles, quienes en 1493 autorizaron el emprendimiento de un nuevo viaje en el que Colón sería acompañado de una gran flota colonizadora.
Los marinos que acompañaron a Colón en este segundo viaje debieron haber estado aterrados cuando, después de escuchar las increíbles historias de lo que había en Cipango, tuvieron que enfrentarse a la dura realidad. Todos los pobladores que Colón había dejado a cargo de La Navidad habían sido asesinados y el asentamiento estaba totalmente destruido.
Durante la ausencia de Colón, Caonabó -rey de Maguana y enemigo de Guacanagarix- actúo rápidamente para frenar el avance europeo. A pesar de los esfuerzos del primer rey que resistió la ocupación europea, la determinación de Colón sólo aumentó, mandando a construir fuertes y asentamientos cerca de las minas de oro que habían en la isla y utilizando la hostilidad nativa como excusa para atacar a los taínos, capturando muchos prisioneros que serían vendidos como esclavos.

No había falta que Colón no aprovechase para justificar la esclavización nativa, incluso sus aliados nativos recibieron un trato desigual. El almirante exigió que los súbditos de Guacanagarix mayores de catorce años le entregasen cada tres meses un cascabel lleno de oro y una arroba de algodón, a pesar de lo imposible que era el pago de este tributo, el incumplimiento era fuertemente sancionado y causó que muchos nativos muriesen en las minas de oro o fuesen mutilados como sanción por no entregar el tributo.
Claro está, a Colón no le importó ni la pérdida de vida humana ni el descontento en la población indígena. Cualquier forma de sublevación era tomada como justificación para tomar represalias en las que la población era esclavizada y traficada en los mercados de Europa.

El mismísimo Bartolomé de las Casas, gran defensor de la gestión de Cristobal Colón en América, tuvo que admitir que fue a través de esta cruel práctica con la que el almirante hizo su riqueza, como indica en «Historia de las Indias»:
«Cuando estos servicios cesaban los reyes y sus gentes de dar, porque no lo podían sufrir o porque no los querían dar, porque se vían privados de su libertad y puestos en dura servidumbre, allende mil otras ordinarias vejaciones y aflicciones crueles y bestiales e importunos tratamientos que de los cristianos cada hora padecían, luego los tenían por rebeldes y que se alzaban, y por consiguiente, luego era la guerra tras ellos: y muertos los que en ellas con increíble inhumanidad se mataban, todos los que se podían tomar a vida se hacían esclavos, y esta era la principal granjería del Almirante, con que pensaba y esperaba suplir los gastos que hacían los Reyes sustentando la gente española acá«
Durante su estadía en el nuevo continente Colón se dio cuenta que no se haría rico explotando el oro, que no era abundante, sino a través de la esclavización de la gente. Con tal mentalidad fue que creó en 1496 el sistema de encomiendas, donde los nativos fueron usados como esclavos para la labranza de la tierra.
A pesar de que no se tienen estimaciones certeras del antes y después de la población taína durante la llegada de Colón, si sabemos que el sistema de encomiendas efectivamente exterminó a esta etnia. Cuando el almirante de la mar océana se dio cuenta que ya no podría seguir explotando a los indígenas del lugar, causó el reemplazamiento étnico de los taínos a través de la importación de cientos de miles de esclavos africanos que pudo traer gracias a sus contactos en los mercados portugueses.
La caída del almirante
Eventualmente Colón cayó en desgracia. No fue por el mal trato que le dio a los indígenas ni sus brutales políticas esclavistas, sino las medidas tiránicas con las que Colón y su hermano Bartolomé gobernaron a los mismísimos españoles.
Durante años los reyes católicos escucharon quejas de los nuevos pobladores sobre cómo Colón gobernaba la isla con puño de acero. La terrible gestión del genovés hizo que los monarcas de españa enviaran en 1495 a Juan Aguado para que realizara una investigación de la administración colombina. Tal intrusión obligó a Cristobal a volver a Castilla para defender su gestión, ausencia que aprovechó un colono llamado Francisco de Roldan para rebelarse abiertamente en 1497.
Si bien, la primera investigación no logró acabar con el gobierno de Colón, las quejas continuaron y en 1499 los reyes enviaron a Francisco de Bobadilla para que destituyese a Colón. Por mucho tiempo no se supo lo que Bobadilla descubrió y se adjudicó esta etapa de la vida de Colón como parte de una injustificada conspiración en su contra, sin embargo, hace pocos años atrás la historiadora española Consuelo Varelas descubrió en el Archivo de Indias la pesquisa de Bobadilla.

El documento cambió para siempre la historiografía colombina al revelar como la investigación del nuevo gobernador encontró testimonios de aliados y enemigos de Colón que hablaron sobre su pésima gestión.
Los colonos se quejaban de que Colón administraba ejecuciones sin el debido proceso y ordenaba la mutilación de indígenas y españoles por los crímenes más leves. Así fue como, por ejemplo, la española Teresa de Baeza tuvo su lengua cortada por insinuar que los Colón eran de origen humilde.
Aún peor que las mutilaciones fue la intervención activa en la labor de los misioneros. El genovés impidió que los sacerdotes bautizaran a los taínos ya que no podría traifcarlos como esclavos si estos eran cristianizados.
Poco a poco fueron acumulandose los testimonios en contra de Colón y así fue como eventualmente el almirante perdió sus cargos, tuvo sus bienes confiscados y fue enviado en grilletes de vuelta a Castilla. Sin embargo, este percance no significó el final de la carrera de Colón, ni mucho menos el fin de las penurias que pasarían los nativos de América.
Fuentes: - El fraile español que prendió la leyenda negra por usar datos falsos sobre los conquistadores de América - La caída de Cristobal Colón: El juicio de Bobadilla. (2006). Consuelo Varela & Isabel Aguirre. - Brevísima relación de la destrucción de las Indias. (1552). Bartolomé de las Casas - Relaciones y cartas de Cristóbal Colón. (1492). Cristobal Colón. - Taínos: mitos y realidades de un pueblo sin rostro. (2006). Daniel Torres