Yerbas Buenas: Donde la historia toma vida

Yerbas Buenas, llamado así por la abundancia de Toronjil en la zona, es un pequeño pueblo que yace al norte de Linares y que hoy en día es conocido principalmente por el bien mantenido patrimonio arquitectónico que ahí se encuentra. Las casas -pintadas con los colores de la bandera de la patria nueva- conservan perfectamente el estilo colonial español del valle central, con los típicos materiales de barro y madera que evidencian el ingenio de los fundadores del pueblo.

El origen de esta localidad se debe a la antigua capilla de Santa Cruz de Abranquil, centro religioso levantado en el año 1783 alrededor del cual se construyeron poco a poco las casas de los primeros pobladores. Este surgimiento espontáneo implicó que, a diferencia de otros centros urbanos latinoamericanos, Yerbas Buenas no contara con el estilo de planificación español de traza regular.

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La actual iglesia católica de Yerbas Buenas está construída en los cimientos de sus predecesoras, que sucumbieron ante terremotos e incendios.

Tanto la iglesia como las casas que solían rodearla fueron víctimas del paso del tiempo y las fuerzas de la naturaleza. Sólo una gran casona se ha salvado de los varios Incendios y terremotos que han azotado la región, una edificación de más de doscientos años de antigüedad que actualmente opera como museo de Yerbas Buenas y que se reconoce históricamente por haber albergado en el año 1813 a quien alguna vez fue comandante en jefe del ejército realista.

La sorpresa de Yerbas Buenas

Era el año 1812 y en Chile las pasiones independentistas se mantenían vivas gracias a los esfuerzos de los hermanos Carrera. Preocupado por el clima de insurrección en el sur, José Fernando de Abascal -Virrey de Perú- concluyó que la presencia militar sería necesaria para poder restablecer la soberanía española en el sur del continente.

Una tarea de tal importancia sólo podría ser encomendada a un militar experimentado, por lo que no fue mera casualidad que el hombre elegido para liderar esta expedición fuese el marino veterano Antonio Pareja, quien ya había probado su capacidad marcial peleando en España contra la flota inglesa.

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Izquierda: Pareja desembarca junto a sus hombres en la bahía de Concepción (Óleo de Antonio Márquez, 2002. Museo Histórico Militar de Chile). Derecha: Retrato del Brigadier Pareja (Óleo anónimo. Museo Naval de Madrid).

El Brigadier Pareja comenzó su expedición con cerca de dos mil hombres, cantidad que probó ser suficiente para recuperar el control de varias ciudades y puertos que se rindieron ante las tropas realistas sin levantar armas. Prometiendo amnistía a todos los soldados chilenos que se uniesen a sus filas, al llegar a Chillán el comandante español había logrado amasar un ejército de seis mil hombres acompañados por treinta cañones de artillería. Tan bien marchaba la situación para las tropas realistas que poco a poco se convencieron de que no sería necesaria la lucha armada para derrotar a Carrera.

Confiado en su victoria, Pareja envío el 3 de abril de 1813 un ultimátum a Carrera, exigiéndole la rendición total. La respuesta del general patriota -quien se encontraba junto a cuatro mil hombres en la ciudad de Talca- fue preparar las defensas para el inminente combate. Además, para retrasar el avance español encargó al coronel Juan Dios de Puga la misión de atacar, junto a 600 hombres, la retaguardia realista que espías patriotas afirmaban estaba compuesta solamente por 300 soldados.

Marchando hacia lo que parecería ser una victoria fácil, Pareja decidió acampar junto al grueso del ejército en la pequeña aldea de Yerbas Buenas, donde fue bien recibido por las figuras ilustres de la época. En efecto, la noche del 26 de abril, el Brigadier español se encontraba en la casona de la familia Contreras celebrando con las comidas y bailes populares de aquellos tiempos.

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Campamento realista en Yerbas Buenas. Acuarela de José Aldunate

El exceso de confianza le costó caro. En su descuido, las tropas de la corona no se dieron cuenta que apoyado por la oscuridad de la noche merodeaba en el lugar el coronel de Puga, quien creía erradamente haber encontrado a los pocos hombres de la retaguardia realista. Confiado en su victoria, se lanzó a la carga contra el campamento enemigo, dando inicio al primer enfrentamiento armado en la guerra por la independencia de Chile.

A las tres de la mañana los soldados se despertaron abruptamente por el fuego de la infantería y la violenta carga de la caballería patriota. Ya era muy tarde cuando los centinelas dieron la alarma y los oficiales no pudieron controlar el pánico masivo  causado por el golpe devastador de los patriotas.

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Destacamento de Juan de Dios de Pugainicia el ataque. José Aldunate Menéndez (1981).

La confusión era total. Entre los gritos a favor del rey y aquellos que proclamaban la independencia de Chile no había cómo saber de dónde venía el fuego enemigo. Los patriotas -desconociendo totalmente el escenario en el que estaban- comenzaron a hacerse un gran botín de armas, cañones y prisioneros, decisión que probaría ser un grave error.

La luz del amanecer rápidamente reveló la desventaja de los atacantes. Al darse cuenta de que no se enfrentaba a cientos -sino miles- de hombres,  el Coronel de Puga ordenó inmediatamente la retirada. Sin embargo, los soldados chilenos no lograron escapar ya que -alentados por el botín que cargaban- fueron interceptados por la caballería realista que infringió un gran número de bajas, recuperando la mayor parte de lo usurpado y capturando varios prisioneros, incluyendo al coronel chileno.

Como relata Claudio Gay en Historia de la Independencia Chilena:

«La noche estaba muy oscura y tenia guías tan fieles como prácticos que le condujeron hasta el   campo enemigo, sin ser visto ni oído. A lo menos, solo cuando sus tropas estaban ya, por decirlo así, encima, algunas centinelas gritaron alarma; pero muy tarde: los patriotas penetraron por medio de los soldados entregados al sueño con imprudente confianza, y de un golpe de mano saquearon y dispersaron sin resistencia capaz de oponerse al ímpetu de su ataque. El enemigo, aterrado, no pensó más que en salvarse; dejando armas y bagajes, que por una fea codicia los patriotas quisieron llevarse, perdiendo momentos preciosos en amontonar fusiles, despojar á los muertos y aun á los heridos, sin caer en la cuenta, sin duda, de que acababan de ahuyentar al ejército entero de Pareja, que al ser de día le haría, tal vez, pagar muy caro aquel indigno botín.»

A pesar de que técnicamente la batalla fue una victoria para las fuerzas del rey, el efecto psicológico que causó este ataque sorpresa dejó grandes secuelas en el ejército y en el mismo Brigadier, quien ante el descontento de sus soldados y los altos niveles de deserción cayó enfermo y entregó el mando a Juan Francisco Sánchez. Tan sólo unos meses más tarde, el veterano español moriría a los 61 años en Chillán.

La importancia de lo simbólico

No cabe duda de la importancia que aquel hito histórico ha tenido en Yerbas Buenas. El poeta Max Jara, ganador del premio nacional de literatura e hijo ilustre de esta localidad, encapsula en su trabajo a su tierra natal como aquel lugar en que por primera vez se hizo frente a la autoridad del rey español. En su obra «Asonantes (tono menor)» el artista literario describe la carga del coronel de Puga como una fuerza terrible que se lanzó sobre las tropas españolas:

«España armada descansa

al amparo de su iglesia;

todo el ejército en sueños,

la noche por centinela.

Rasgó la hora un grito:

«¡Muera el Rey! ¡La Patria llega!»

Y al amparo del espanto

la muerte vino con ella.»

Quien recorre hoy en día las calles de Yerbas Buenas se encontrará en varios lugares, como la plaza central o la municipalidad, monumentos y objetos históricos que hacen referencia a la importancia que tuvo la batalla para la primera etapa de la guerra de independencia. Uno de los símbolos más importantes es el par de olletas negras que yacen en la entrada del paseo de la plaza principal, objetos que supuestamente habrían sido utilizados por el campamento de las tropas realistas que descansaban al alero de la antigua iglesia.

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Cañón de artillería ubicado cerca de la plaza central de Yerbas Buenas. En el mismo lugar hay un monumento que conmemora a los veteranos de Yerbas Buenas que pelearon en la guerra del Pacífico y al poeta Max Jara.

Tan grande es la importancia que se da a este objeto que si uno ve la bandera de Yerbas Buenas, diseñada en el año 1977 por Pedro Olmos, verá que al centro de esta se encuentra una imagen de la olla rodeada por las letras Y y B. Este ornamento, que lleva los colores de la bandera de la patria vieja, también es acompañado por una pluma que cruzada con una espada, haciendo referencia tanto al legado literario de Max Jara como al de aquel combate ocurrido hace más de dos siglos atrás.

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Bandera de Yerbas Buenas

Sin duda alguna, quien quiera familiarizarse con la historia colonial de Chile debe considerar visitar Yerbas Buenas. El hecho de que varias producciones televisivas hayan viajado hasta este lugar para grabar telenovelas ambientadas en el pasado, como Los Pincheira, evidencia el buen estado con el que se ha mantenido el patrimonio arquitectónico.

Algunos lugares de interés que se pueden visitar son el Club de Rayuela -fundado en 1966-, la medialuna de rodeo, y el Museo y Biblioteca de Yerbas Buenas, apodado «la casa del Brigadier Pareja», que exhibe una colección de antiguos objetos de uso doméstico, decoraciones religiosas, sables y armas de fuego.

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Parte de la colección del Museo de Yerbas Buenas.

¿Quién podría haber imaginado que un lugar tan tranquilo y alejado de la urbanidad habría sido protagonista de uno de los eventos más importantes de la historia de Chile? Quien emprenda el viaje a aquel pequeño pueblo ubicado al norte de Linares no solamente encontrará un lugar que recuerda con orgullo las glorias pasadas, también verá uno de los mejores ejemplos de la hospitalidad chilena y cómo la gente de estos lugares se levanta para avanzar sin importar las desgracias que ocurran en el camino.

4 comentarios

    1. ¡Muchas gracias por tu comentario Viviana! Yerbas buenas es un lugar precioso que aún no olvido. Espero poder volver pronto para tomar nuevas fotografías.

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